La Noche Oscura del Alma es una transformación en sí misma, y hay que rendirle tributo a esto. Atravesarla significa que después viene la luz. Pero no sabemos cuánto va a durar. Y, ciertamente, no importa esto porque controlaríamos el proceso; la co-creación, aquí, tiene que venir con el Universo. A él hay que decirle: “Te lo dejo”, “te lo entrego” (Federico de Robertis)
Cuando emprendes viaje hacia el día, hacia tu amanecer personal, y decides abandonar la noche y escuchar ese “llamado” no te quedará más remedio que responder estas cuatro preguntas. Son las ‘preguntas del viaje’ que ahora recién inicias:
- ¿Sé quién soy? (académica o profesionalmente puedes ser X… pero también un desastre como persona)
- ¿Sé hacia dónde voy? (hacia dónde te diriges siendo quién realmente eres, porque el que creíste que eras no eres… de ahí el dolor de la Noche Oscura)
- ¿Sé a qué vengo? (entender tu tarea, tu misión en la vida; no la que te contaste desde el personaje que fabricaste, la domesticación social o el linaje de tu sangre y tu árbol familiar)
- ¿Sé para qué estoy aquí?